miércoles, 18 de mayo de 2022

ARTE DIGITAL #1: GLITCH

 


Explorando el potencial estético de los errores y accidentes informáticos.

El error y el accidente han tenido una gran presencia en el arte a lo largo del siglo XX, que ha intentado de diferentes maneras escapar al imperativo de la obra de arte como resultado de la voluntad de su creador, e incorporando en sus formas elementos que escapen al control del artista. Hay quien sugiere que el dripping abstracto, la escritura automática surrealista o algunas acciones dadaístas ya exploraban el potencial de lo aleatorio, lo equivocado, lo errado. De hecho, la idea de que las mejores creaciones nacen por azar, accidente o sorpresa ha sido uno de los ejes temáticos del arte del siglo XX.

 En la era de la máquina digital y el incipiente post-humanismo, el glitch es una corriente que investiga la interacción entre humano y lenguaje binario forzando a las máquinas a cometer errores, y así humanizarlas. A fín de cuentas, los errores son algo humano no habitual en las máquinas.

EL filósofo Paul Virilio investigó en su trabajo el papel del accidente tecnológico como catástrofe en un doble sentido: por un lado destructor, pero por otro purificador y renovador.

Uno de los primeros ejemplos de videovisual que incorpora en su realización elementos del "glitch" fue "A Colour Box", de Len Lye, que ya en 1935 realizó esta pieza de cine abstracto que incorporaba el accidente en su creación:


 


En 1978, la obra "Digital TV Dinner" de Raul Zaritsky, Jamie Fenton, y Dick Ainsworth manipulaba la consola Bally Astrocade para obtener una representacin aleatoria y accidental del lenguaje binario:

Pero la gran eclosión del glitch se produjo a través de la música electrónica centroeuropea de mediados de los 90 y especialmente los sellos discográficos Mille Plateaux (cuyo nombre era un homenaje al clásico de Deleuze & Guattari) o Scape. La serie "Clicks and cuts" recogía experimentos ruidistas de músicos que usaban los errores en la reproducción de CDs para producir nuevas formas musicales. El artista Pole realizó una majestuosa trilogía epónima usando un filtro Waldorf Pole que se le había caído al suelo, y sin embargo producía sonidos de una enigmática belleza. A menudo se relaciona la estética glitch con el romanticismo lovecraftiano y la espectrología de Derrida. Por supuesto, la conexión con el ruidismo musical heredero de la música concreta y aleatoria es absoluta.